“Hace tres años, era poco común que se solicitara equipos 100% mecanizados para obras subterráneas en Perú, y menos aún con tecnología de navegación y automatización de perforación.”
¿Cuál es la trayectoria de Mas Errázuriz?
Mas Errázuriz es una empresa multilatina con raíces chilenas y más de 45 años de trayectoria. Tenemos 25 años de operaciones en Perú de manera ininterrumpida, consolidando este mercado como uno de los más importantes tanto por volumen de proyectos como por ubicación estratégica para proyectar operaciones hacia Ecuador y Colombia. Desde nuestra base en Chile, también supervisamos actividades en Argentina y Brasil. Estamos especializados en obras subterráneas, pero contamos con una sólida experiencia en obras civiles, montajes y movimientos de tierra. Esto nos posiciona como una empresa multidisciplinaria, capaz de atender de forma integral las necesidades de infraestructura, tanto en el sector minero como en otros ámbitos.
¿Cuáles han sido los hitos en 2024 y 2025?
El 2024 fue un año bastante dinámico, en el que alcanzamos una facturación de US$40 millones, impulsada por proyectos mineros e infraestructura. Uno de los más destacados fue la ejecución, para la ANIN en La Libertad, de un túnel hidráulico de 1.5 km orientado a mitigar los efectos de El Niño. En el ámbito minero, desarrollamos 7.2 km de rampas de acceso subterráneo, además de obras civiles y montajes estructurales en superficie para San Gabriel.
El 2025 empezó con una alta demanda de licitaciones durante el verano, algo poco común en el mercado local. Estuvieron mayoritariamente enfocadas en desarrollos subterráneos en operaciones como Mina Justa, San Gabriel, Cerro Lindo y El Porvenir. En cuanto a obras en superficie, en abril nos adjudicamos dos proyectos de forma casi simultánea: obras civiles para Cerro Corona, y montajes electromecánicos para Raura.
¿Cómo enfocan su trabajo en obras civiles?
Tenemos grandes expectativas puestas en la Carretera Central, particularmente en el primer paquete licitado, que contempla la construcción de un túnel vial de seis kilómetros. Aunque su ejecución está prevista para 2026, lo consideramos un proyecto estratégico por su envergadura. Dado que supera nuestro alcance operativo habitual, estamos evaluando establecer una alianza con otra empresa. Un aspecto a nuestro favor es que el proyecto exige experiencia en NATM (New Austrian Tunneling Method), una técnica que manejamos con solidez y que no es común entre las compañías locales.
También vemos oportunidades interesantes en los trabajos de movimiento de tierras que la ANIN está comenzando a licitar para las defensas ribereñas, porque tenemos experiencia comprobada en este tipo de obras: además del túnel en la Quebrada San Idelfonso, en 2023 ejecutamos 12 km de canales de gran envergadura en la Quebrada León, en La Libertad.
¿Cómo han evolucionado las exigencias tecnológicas en las licitaciones mineras?
Han aumentado considerablemente. Hoy, la mecanización no solo es un estándar, sino que ya forma parte de los requisitos base en muchas licitaciones. Hace tres años, en Perú, era poco común que se solicitara el uso de equipos 100% mecanizados para obras subterráneas, y menos aún con tecnología de navegación y automatización de perforación. Este cambio nos ha favorecido, ya que contamos con amplia experiencia previa en Chile, donde estas tecnologías ya estaban implementadas.
Invertimos unos US$30 millones anuales en renovación de maquinaria. Solo en uno de los proyectos que estamos evaluando actualmente, la inversión en flota asciende a US$20 millones. Nuestra política es clara: cada nuevo proyecto debe iniciar con equipos nuevos, lo cual se traduce en mayor confiabilidad, mejor tecnología y más productividad. Además, es muy difícil encontrar en alquiler equipos subterráneos especializados que cumplan con nuestros estándares.
¿Cómo afecta el contexto político a los proyectos mineros?
Perú es uno de los pocos países donde el crecimiento económico logra mantenerse pese a la inestabilidad política. Es cierto que en años electorales o preelectorales puede percibirse cierta desaceleración, pero los precios internacionales de los minerales y la estabilidad macroeconómica suelen reactivar rápidamente los proyectos. Hoy, vemos señales claras de dinamismo en el sector, lo que refuerza nuestras decisiones estratégicas. Por otro lado, nuestra estructura regional nos da un respaldo adicional. La diversificación geográfica es clave para enfrentar los distintos ciclos políticos y económicos, manteniendo un desempeño sólido sin depender de una sola plaza.
¿Qué perspectivas tienen en Perú para este 2025 y 2026?
Tenemos una meta ambiciosa para el 2025: crecer un 25% respecto al 2024. Al cierre del primer trimestre ya contábamos con contratos firmados por US$45 millones, lo cual nos da una base sólida para alcanzar —e incluso superar— ese objetivo. La primera mitad del año ha demostrado que el mercado está activo y lleno de oportunidades. Con ese impulso, proyectamos mantener un ritmo de crecimiento similar en 2026, con la meta de alcanzar los US$65 millones en facturación. Con nuestra propuesta de valor, experiencia técnica y enfoque en tecnología, estamos bien posicionados para consolidar nuestra presencia en el país.