“San Gabriel tardará entre 24 y 30 meses en construirse, tendrá un capex aproximado de US$400 millones que podremos manejar nosotros, una vida de mina de 10 años y una producción entre 120,000 y 150,000 onzas de oro al año.”
¿Qué pasos ha dado Buenaventura para mantener la solidez económica de la compañía?
En 2021, hicimos frente al pago de unas deudas tributarias a la SUNAT para poder seguir operando. Estas deudas se originaron entre 2007 y 2008, cuando se habilitó una norma en el Tribunal Constitucional que hizo retroactivas algunas leyes que nos defendían. Para pagar la deuda total de US$550 millones, inicialmente nos acogimos a un fraccionamiento, pero finalmente conseguimos abonar el monto total antes de que venciera el plazo para el pago de la primera cuota. Para ello, planteamos al consejo y a los accionistas emitir un plan de bonos internacionales a cinco años, a una tasa entre el 5% y el 5.5%. Esto nos dio más tranquilidad para seguir operando que los intereses del 10% que debíamos pagar con el fraccionamiento. Además, teníamos un préstamo de US$275 millones a mediano plazo con varios bancos.
Una vez obtenidos estos fondos y pagada la deuda, era mandatorio bajar nuestro alto nivel de endeudamiento, por lo que nos vimos obligados a disponer de algún activo. Vendimos nuestra participación en Yanacocha a Newmont, donde nuestra inversión empezó a finales de 1980. Pensamos que su venta fue la decisión correcta, ya que no podríamos haber aportado el capital necesario para la construcción de Yanacocha Sulfuros. De esta manera, podremos enforcarnos mejor en nuestros propios proyectos.
¿Cuáles han sido los principales hitos operacionales de Buenaventura en los últimos años?
En 2020 y 2021 tuvimos que lidiar con retos relacionados con la pandemia. Los gastos extra en 2021 por Covid-19 constituyeron casi US$70 millones. Priorizamos la producción, por lo que la exploración y la preparación de mina quedaron relegadas. Tuvimos que paralizar la producción en Uchucchacua debido a la falta de rentabilidad de los bloques de mineral disponible y al bloqueo de las comunidades. En los últimos meses, hemos estado ordenándonos internamente y buscando zonas de mejor mineral, y esperamos entrar nuevamente en operación en aproximadamente un año.
Por otro lado, la producción de cobre fue favorable en el Brocal, donde un mayor aporte de onzas de plata otorgó mayor valor a los concentrados. Las relaciones con nuestras comunidades vecinas se mantuvieron estables.
En el sur, Orcopampa sufrió una parada similar a la de Uchucchacua, y actualmente estamos retomando la producción de oro y haciendo grandes esfuerzos exploratorios. En nuestra mina de oro Tambomayo no hemos podido avanzar con las exploraciones debido a dificultades relacionadas con la pandemia y las autoridades.
En el norte, estamos trabajando en un proyecto de sulfuros de cobre en Coimolache. Estamos con el plan de evaluación de este modelo conceptual, y posteriormente continuaremos con la pre-factibilidad y factibilidad. En La Zanja, hemos obtenido el 100% del proyecto tras el acuerdo con Newmont. Estamos siendo testigos de sus últimos dos años de producción, por lo que también estamos evaluando un proyecto de sulfuros.
¿En qué estado se encuentran sus proyectos en cartera?
En San Gabriel, ya hemos cerrado el proceso de consulta previa con las dos comunidades en la zona de influencia. Ahora, estamos expeditos para recibir la autorización de construcción por parte del Ministerio de Energía y Minas. Este proyecto de oro tardará entre 24 y 30 meses en construirse, tendrá un capex aproximado de US$400 millones que podremos manejar nosotros, una vida de mina de 10 años y una producción entre 120,000 y 150,000 onzas de oro al año.
Yumpaq es nuestro segundo proyecto en cartera. Es un descubrimiento a 5 kilómetros de la unidad Uchucchacua, con plata de alta ley. Nuestra intención es integrar los dos proyectos, de manera que el mineral de ambos pase por la planta concentradora de Uchucchacua, generando una larga vida de mina de ambas zonas. Estamos en pleno reconocimiento y generación de recursos, y en 2023 esperamos empezar a pasar mineral de Yumpaq por la planta de Uchucchacua.
En tercer lugar, Trapiche es un proyecto de cobre en Apurímac con un capex aproximado de US$1.000 millones. Estamos en la etapa del estudio de pre-factibilidad y estimamos una producción de 70.000 toneladas finas de cobre al año. Nuestra intención es encontrar un socio para compartir el riesgo, aunque esperamos seguir siendo los operadores.
¿Cómo cree que Perú podría volver a ser un país atractivo para las inversiones mineras?
Durante los últimos ocho meses no ha habido mensajes claros y coherentes desde el gobierno con respecto al sector minero, y para promover las inversiones debe haber una unidad de pensamiento que hoy no existe. Las reglas tienen que ser claras y mantenerse en el largo plazo para que los inversionistas tengan predictibilidad y puedan descontar sus flujos con una misma base. Otro aspecto clave es la erradicación de la corrupción. Lamentablemente, en los últimos tres o cuatro años hemos sido testigos de los malos manejos que han tenido nuestros políticos.